domingo, 9 de octubre de 2011

Carta al presidente Daniel Ortega Por: Eduardo Enríquez


Señor Daniel Ortega,
presidente de la República.

Señor presidente, me imagino que lo primero que le extrañará es que no me dirija a usted con todos los títulos que sus simpatizantes lo invocan. He decidido no hacerlo porque hoy quiero tratar un tema muy serio con usted. Ojalá lea esta columna.

El sábado, en Chontales, usted dijo: “Hoy tenemos que cuidar esta paz más que nunca. Esta paz ha costado sangre, sacrificio para todos los nicaragüenses y, por lo tanto, debemos cuidarla, debemos cultivar esta paz”.

Señor presidente, usted tiene toda la razón. Usted que tuvo que recurrir a la clandestinidad para luchar contra una dictadura, y que fue presidente de este país cuando se desangraba en aquella horrorosa guerra civil sabe muy bien lo que han sufrido los nicaragüenses por la violencia.

Sin embargo, presidente, usted también sabe que las guerras en Nicaragua se han desatado porque los caudillos han pretendido perpetuarse en el poder. ¿Por qué tomó usted las armas? ¿Por qué el pueblo se alzó en armas en 1979? Porque estaba asfixiado por la dictadura somocista que ya se preparaba para entregar el poder a Anastasio Somoza Portocarrero. Además, estoy seguro que usted conoce bien todos y cada uno de los casos que han desatado violencia en Nicaragua. La inmensa mayoría, sino todos, se deben a actitudes que usted está replicando hoy.
Los nicaragüenses que no estamos de acuerdo con su proceder pensamos que usted quiere instaurar una dictadura similar a la que usted combatió en los años setenta, sin embargo, yo creo que usted debe pensar que lo que está haciendo es lo correcto para el pueblo y que para seguir haciendo lo correcto usted debe seguir en el poder ejecutivo.

Pero para impulsar el modelo de desarrollo que usted cree que es el más apropiado —aunque creo que repartiendo láminas de zinc no se llega a ningún lado— no es necesario que usted siga al frente del ejecutivo. Su partido es grande, tiene gente capaz y por muchos años más será influyente en la política criolla

Sin embargo, como le señalaba antes, su insistencia de quebrantar el andamiaje legal del país en aras del continuismo más bien pone en peligro la paz de esta sociedad, y con ella cualquier modelo de desarrollo.
En el 2006 usted pidió una oportunidad para gobernar en paz y aunque no ha sido tolerante con quienes no piensan como usted, la verdad es que ha tenido suerte. La economía mundial ha favorecido los precios de nuestros productos, una débil oposición no ha sido capaz de detener sus desmanes y en muchos mal llamados opositores ha encontrado más bien colaboradores. Al llegar al término de su mandato usted tiene un país económicamente estable aunque no tenga un crecimiento acorde con su potencial.
Sin embargo, presidente, este país está en ruinas institucionalmente y eso no garantiza el crecimiento económico a largo plazo, que es lo que se necesita para salir de la pobreza. Peor aún, si usted continúa por el camino del autoritarismo, tarde o temprano, la sombra de la violencia nos volverá a cubrir. Tal vez no mañana ni el próximo año, pero más temprano que tarde. Esto es lo que la historia nos enseña.

Usted habló de cuidar la paz porque consciente o inconscientemente siente que está amenazada, e irónicamente quien la está amenazando es usted mismo, véase en el espejo de la historia. Si usted rectifica ahora, designa a un candidato presidencial que no violente la ley, acepta la voluntad popular que se exprese el 6 de noviembre usted habrá garantizado la paz pues este es un pueblo pacífico que solo recurre a la violencia cuando no le dejan otra salida.

http://youtu.be/a3DhO7OMxUY

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