miércoles, 27 de octubre de 2010

El PLC Mato a Metrocentro II


El fin de Metrocentro II-Editorial

Este lunes el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), o mejor dicho la cúpula arnoldista que lo controla, decretó y al mismo tiempo ejecutó la sentencia de muerte del compromiso político de Metrocentro II. Y por lo consiguiente, confirmó su disposición a volver a repartirse con el FSLN las magistraturas del Consejo Supremo Electoral (CSE) y los otros altos cargos estatales que están pendientes de ser nombrados por la Asamblea Nacional, del mismo modo que lo han venido haciendo desde el pacto de 1999 entre Arnoldo Alemán y Daniel Ortega.
Es necesario recordar que el 9 de noviembre del año pasado, los partidos de oposición a la dictadura orteguista, teniendo como testigos a representantes calificados de la empresa privada independiente y la sociedad civil, suscribieron entre juramentos de amor a la Patria y promesas de darlo todo por la libertad y la democracia, los acuerdos de Metrocentro II. Estos fueron llamados así como seguimiento de Metrocentro I, cuando los partidos opositores condenaron unánimemente el gigantesco fraude electoral ocurrido en las elecciones municipales de noviembre del 2008.
En los acuerdos de Metrocentro II, todos los partidos de oposición con representación parlamentaria se comprometieron a no reelegir en la Asamblea Nacional a ninguno de los magistrados propietarios y suplentes del Consejo Supremo Electoral (CSE), culpables del fraude de 2008. Se comprometieron también a no elegir a los nuevos magistrados del Consejo Supremo Electoral, en tanto no hubiera una transformación en el Poder Electoral que garantizara la realización de elecciones libres y transparentes. Y de igual modo adoptaron el compromiso de no elegir a ninguno de los demás funcionarios estatales que están pendientes de ser nombrados por la Asamblea Nacional, o sea 4 magistrados de los 16 que integran la Corte Suprema de Justicia, los 5 contralores y el procurador y subprocurador de derechos humanos.
Pero los compromisos de Metrocentro II nacieron infectados con el virus mortal de su autoliquidación, al comparecer la cúpula arnoldista del PLC como uno de sus firmantes. Es que Metrocentro II era más bien un compromiso de honor y de ética opositora, y no un plan de políticos pragmáticos para quienes lo primordial es el beneficio material que puedan conseguir. Y en este sentido, la cúpula del PLC salvo honrosas y respetables excepciones ha demostrado más vocación para conseguir y defender las llamadas cuotas de poder en el Estado, que voluntad y disposición para defender la Constitución, la institucionalidad democrática, el Estado de Derecho, los principios éticos y los valores universales en los que se fundan una sociedad abierta, la libertad y la democracia.
En realidad, la cúpula arnoldista sólo hubiera podido permanecer fiel hasta el fin a los acuerdos de Metrocentro II, si Daniel Ortega hubiese cedido a las reivindicaciones democráticas de la oposición. Pero es una ilusión esperar que un caudillo populista autoritario, como Ortega, pudiera ceder a razones jurídicas, a principios éticos y presiones políticas que se limitan a documentos declarativos. Como muy bien lo ha demostrado a lo largo de su turbulenta historia política, Daniel Ortega y el orteguismo sólo ceden cuando son doblegados por una fuerza superior a ellos, como fueron obligados a ceder en la década de los ochenta y tuvieron que aceptar los Acuerdos de Esquipulas II y el compromiso para la realización de las elecciones libres y supervigiladas internacionalmente, del 25 de febrero de 1990.
Pero la renuncia de la cúpula arnoldista al compromiso de Metrocentro II no debía sorprender a nadie. Ya el principal operador político de Daniel Ortega y el FSLN en el Poder Judicial, el ex magistrado Rafael Solís, había dado la señal, a principios de junio: sálganse de Metrocentro II y así tal vez podríamos negociar, aunque la verdad es que el comandante Ortega se siente cómodo con todo lo que el FSLN ha hecho para asegurar su candidatura a la nueva reelección. De manera que la salida de la cúpula arnoldista del compromiso de Metrocentro II, no significa que ya tenga un acuerdo con Ortega y el FSLN. Más bien se sale de Metrocentro II para ver si puede conseguir un acuerdo con Ortega que le permita mantener, aunque sea disminuida, su cuota de participación en el Estado y el Presupuesto.
Para la oposición que se mantiene fiel a Metrocentro II la ganancia es moral. Ahora puede demostrarle a la deprimida y desconfiada ciudadanía democrática que no todos los opositores son pactistas; y convencerla de que doblegar a Ortega y reconstruir la democracia sólo es posible mediante la movilización de una poderosa fuerza política y social.

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