viernes, 3 de septiembre de 2010

Dificultades y posibilidades de la unidad-La Prensa Editorial

Prácticamente todos los políticos de oposición reconocen que la unidad opositora es indispensable, para detener el avance de Daniel Ortega y su aparato partidista-familiar hacia la consolidación de la nueva dictadura; para restablecer la institucionalidad democrática del país y la transparencia gubernamental; para recobrar el respeto a las libertades individuales y los derechos democráticos; y para crear las condiciones que permitan al pueblo salir de la pobreza y progresar en libertad y con democracia .
Pero a pesar de que los políticos de la oposición hablan mucho de la unidad opositora, en la práctica es muy poco o nada lo que hacen para construirla. Aunque es justo hacer la salvedad, de que la oposición de centroizquierda está dando pasos importantes en dirección a unificar sus dos segmentos más importantes: la Alianza Patriótica (AP) y la Coalición Democrática (CD), que ayer proclamaron públicamente la unificación de sus programas de gobierno.
Al contrario, en el sector de centroderecha prevalece actualmente la tendencia a la dispersión. Eso es lo menos que se puede deducir del agrio enfrentamiento del Partido Liberal Constitucionalista con el Movimiento Vamos con Eduardo, que son los eslabones principales de ese sector político de la oposición al régimen dictatorial de Daniel Ortega.
Ciertamente, no son noticias de unidad sino de pleitos y ruptura, las que salen del escenario político que se ha montado para tratar de organizar las elecciones primarias y escoger, mediante votación popular directa, a los candidatos de la oposición que se postularían en las elecciones generales del próximo año. Todo indica que sólo hay que esperar algunos días, para conocer que el PLC y el MVE han roto sus relaciones, y que se ha perdido el esfuerzo por lograr un acuerdo multipartidario sobre la realización de unas elecciones primarias, y por lo consiguiente para conseguir la unidad de la oposición.
Sin embargo, como ya lo dijimos en el editorial de LA PRENSA del miércoles de esta semana, titulado “Primarias en crisis”, si bien es cierto que éstas representan un camino a la unidad de la oposición, sin embargo no son la única vía para alcanzarla. La verdad es que la unidad opositora, o de sus fuerzas políticas más importantes que juntas podrían formar una sólida mayoría, así como cautivar la amplia franja de los ciudadanos independientes e indecisos, también se puede lograr por medio de una candidatura presidencial y un programa de consenso.
En realidad, las dificultades que se encuentran en la búsqueda de la unidad de la oposición a la dictadura de Daniel Ortega —un objetivo complejo que nadie podía esperar que fuera fácil alcanzarlo—, no son motivo para desistir de seguir buscándola. Más bien son una razón para continuar construyéndola. En este sentido, el avance que está logrando el sector de la oposición de centroizquierda en el propósito de su propia unidad, por un lado, y por otra parte el entusiasmo con que ha sido acogida la propuesta de un candidato presidencial de consenso, podrían crear las condiciones básicas para hacer factible una alianza opositora nacional de amplia cobertura.
En lo que vale la experiencia de la Unión Nacional Opositora (UNO), que se formó en 1989 y derrotó de manera contundente a la primera dictadura de Daniel Ortega en las elecciones del 25 de febrero de 1990, hay que recordar y considerar que aquella gran alianza no agrupó a todos los partidos de oposición que existían entonces. Lo que hizo fue unir a los principales partidos y, lo más importante, cautivar el voto de la mayoría de los ciudadanos nicaragüenses.
En aquella UNO se aliaron 14 partidos políticos (3 liberales, 3 conservadores, 3 socialcristianos, 3 socialdemocráticos, 1 comunista y 1 centroamericanista). Pero otros 8 quedaron fuera de la UNO por su propia voluntad, y por lo tanto, en la boleta electoral para las votaciones del 25 de febrero habían 10 partidos políticos con sus candidatos. Los resultados quedaron para la historia: 54.74 por ciento a favor de la UNO; 40. 82 por ciento para el FSLN, 1.18 por ciento por el Movimiento de Unidad Revolucionaria (MUR); y 3.26 por ciento para los otros 7 partidos que se presentaron en aquellas elecciones, incluyendo al del conservador Fernando Agüero Rocha, quien fuera uno de los caudillos políticos nicaragüenses del siglo XX pero fue prácticamente barrido por la escoba de la voluntad popular electoral.
El fenómeno de la UNO es irrepetible, como todos los grandes acontecimientos históricos. Pero la historia ofrece grandes enseñanzas que es necesario aprovechar, en todo lo que ellas son válidas para ayudar a resolver las dificultades y disyuntivas del presente.

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